Incluso si te olvidas de bailar, el Homo sapiens en su mayor parte muestra un buen control sobre sus cuerpos y sincronización de movimientos con los estímulos sonoros. ¿Estamos tan dotados? Definitivamente no.
Algunos animales, especialmente las aves, aprenden a cantar con facilidad, imitando magistralmente las vocalizaciones de sus parientes con sus voces. Los fisiólogos creen que esto no habría sido posible sin una fina sincronización rítmica entre el aparato del habla y el analizador auditivo. Para probar esto, Yoshimasa Seki y sus colegas llevaron a cabo una serie de 46 experimentos en periquitos (Melopsittacus unbulatus), una especie altamente capaz de onomatopeya.
Los sujetos debían presionar rítmicamente el botón al ritmo del metrónomo, cuya frecuencia cambiaba durante el experimento. Todas las aves hicieron frente a la tarea, pero la precisión de sus acciones dependía de la tasa de señalización. Siempre que el intervalo entre los sonidos se mantuviera al menos en 1500 milisegundos, todos los sujetos de prueba tuvieron éxito, y solo una de cada siete aves tuvo tiempo de responder al golpeteo con un intervalo de 450 milisegundos. Así, los científicos han demostrado que los periquitos han desarrollado habilidades de sincronización rítmica, lo que unido a su pequeño tamaño y buena salud en cautiverio, los convierte en un modelo conveniente para investigaciones de este tipo.
Los datos de Seki y sus empleados pueden ser confirmados por muchos dueños de loros mascotas, quienes observan regularmente cómo sus mascotas se balancean rítmicamente y realizan movimientos de baile si enciende la música en la casa. Los pájaros reaccionan con especial claridad a la percusión.