Un equipo de científicos se ha topado, tras casi 50 años sin hallazgos, con una nueva proteína "capta-luces" en el fondo del Mar de Galilea. Estas proteínas forma parte de los componentes celulares que ayudan a las plantas y a los microbios a captar la luz solar, un claro ejemplo de estas celulas son los bastones que forman parte de nuestros ojos. Este inesperado descubrimiento podría ayudar a entender mucho mejor cómo lo microorganismos perciben la luz, y podría abrir nuevos campos de investigación basada en la luz y técnicas de almacenamiento de datos.
Muchos organismos utilizan proteínas sensibles a la luz para reunir la energía del sol y ayudarlos a sobrevivir. Algunos usan clorofila para convertir la luz solar durante la fotosíntesis y otros usan rodopsinas, proteínas que se unen a una forma de vitamina A llamada retinal para capturar la luz. La rodopsina más conocida está incrustada en las células de la varilla de nuestros ojos, donde nos ayuda a ver en la oscuridad. Pero otra forma de rodopsina ayuda a los organismos pequeños, como las algas y las bacterias, a absorber la luz para producir energía química.
Según la publicación de sciencemag, los investigadores estaban buscando el segundo tipo de rodopsina cuando recolectaron muestras de ADN del Mar de Galilea en Israel. Cuando volvieron al laborario y examinaron su ADN en busca de genes que codificaran las proteínas que reaccionaban a la luz, al añadir retinal a la bacteria Escherichia Coli que aloja el ADN, se tornó púrpura, una señal de que las rodopsinas podrían estar presentes (arriba). Una vez que realizaron un analisis más exhaustivo del ADN, hallaron una proteína fotosensible completamente nueva, un tipo de rodopsina que llamaron heliorhodopsina.
Al parecer los científicos desconoces bastante de como funciona la heliorhodopsina, pero su ADN es bastante similar a la rodopsina que genera energía química. Pero debido a que se toma tanto tiempo en terminar su ciclo de conversión de luz, los investigadores sospechan que - al igua que la rodopsina que se encuentra en nuestros ojos- se trata de una proteína sensible a la luz.
La nueva proteína parece estar en todas partes, en bacterias, algas, arquebacterias e incluso virus en el suelo y en todos los principales organismos de agua de la Tierra.